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El cultivo de la avena
05-10-23
La avena es una opción muy interesante a la hora de introducir nuevos cultivos en nuestra rotación, aportando numerosas propiedades beneficiosas al suelo. Es uno de los cereales más equilibrados y completos desde el punto de vista nutricional.

El cultivo de la avena

La avena (Avena sativa L.) es una gramínea de gran importancia y larga historia en nuestra agricultura. Tradicionalmente, se ha utilizado para alimentación del ganado porque permite que los animales crezcan con los músculos más fuertes y puedan realizar mayor esfuerzo gracias a sus altas concentraciones de carbohidratos fermentables, lípidos y minerales, siendo además una rica fuente de proteínas.

Se le denomina “cereal multipropósito” por sus variados aprovechamientos. Sus beneficios para la salud cardiovascular, el sistema nervioso, el aparato digestivo o incluso para adelgazar han hecho que este cereal esté cada vez más presente en nuestra dieta, principalmente en forma de copos.

El cultivo de la avena

La avena es una planta rústica, poco exigente en suelo, que se adapta a terrenos muy diversos, desde suelos pobres a suelos profundos, de textura fuerte o compactos, arcillo-arenosos, ricos, pero sin exceso en cal y con capacidad de retención de humedad. Está más adaptada que el resto de cereales a los suelos ácidos, con pH comprendidos entre 5 y 7 y poco fértiles.

Para establecer la dosis de siembra, ha de tenerse en cuenta la calidad de la semilla, la preparación del suelo y las condiciones ambientales tras la siembra. La densidad de siembra óptima es de 250 plantas/m2, lo que equivale a una dosis de semilla de 90 kg/ha.

El momento de la siembra es fundamental para conseguir una buena producción. Se recomienda realizar la siembra entre el 15 de octubre y el 15 de noviembre, ya que las siembras tardías pueden disminuir los rendimientos debido a daños por heladas en estado de plántula.

Los daños en avenas de invierno pueden ser graves cuando la caída de temperatura es brusca, siendo especialmente sensible a las temperaturas cálidas durante la floración y la formación del grano, provocando esterilidad, deficiente llenado del grano y, como consecuencia, una reducción del rendimiento. Para evitarlo, en la producción de avena destinada a consumo humano, se emplean variedades de maduración precoz.

Respecto al control de malas hierbas, disponemos de materias activas vigentes para el control de hierbas dicotiledóneas en avena como Florasulam, Tribenuron-metil, MCPA, 2,4D, Dicamba, Mecoprop, Halauxifen-metil. Por el contrario, al no existir herbicidas selectivos en el cultivo de la avena para el control de monocotiledóneas (ballico, avena loca, bromo, grama), estas deben combatirse mediante métodos de cultivo (rotación de cultivos, escarda mecánica, etc.) sabiendo que, si no se interviene adecuadamente, el número de adventicias crecerá de forma exponencial.

Debido a esto y para evitar contaminaciones en la semilla, cuando sembramos avena para producción de grano es importante sembrarla tras una dicotiledónea: girasol, colza, veza, esparceta, etc.

La avena, aunque es menos sensible que la cebada y el trigo, puede verse afectada por la roya de la avena (Puccinia coronata), oídio, septoria, mal de pie y mancha oval. La roya de la avena es la que produce mayor reducción de rendimiento. Con respecto a las plagas, puede haber ataques de pulgones en hojas, tallos y espigas. Tanto enfermedades como plagas son controlables en este cultivo.

Fertilización en avena

Debido a que el sistema radicular de la avena es más profundo y desarrollado que el del trigo y la cebada, aprovecha mejor los nutrientes del suelo, por lo que requiere menos aportes de fertilizantes.

Además de la adecuada preparación del suelo, es importante conocer el contenido de nutrientes aprovechables por el cultivo. Un análisis de suelo permite corregir las deficiencias existentes con un adecuado programa de fertilización.

El nitrógeno es el nutriente principal que la avena necesita para crecer fuerte y saludable, aumenta el rendimiento del grano y mejora la calidad del cereal, pero es sensible al encamado cuando se aplica a altas dosis. La primera aplicación debe realizarse al inicio del crecimiento de la planta, junto con la siembra. La segunda aplicación debe realizarse en la etapa de macollamiento, que es cuando la avena empieza a producir tallos adicionales.

El fósforo es esencial para el desarrollo de las raíces de la avena y para la formación de las semillas, mejorando también la resistencia de la planta a enfermedades. La aplicación de fósforo debe hacerse en el momento de la siembra, porque su movimiento en el suelo es limitado y necesita estar disponible para las raíces en su crecimiento.

El potasio contribuye a la resistencia de la planta a las sequías y a las enfermedades, además de mejorar la calidad del grano. Este nutriente también ha de aplicarse al comienzo del crecimiento de la planta porque, a pesar de que su movilidad en el suelo es mayor que la del fósforo, es esencial para el desarrollo temprano de la planta.

La extracción media de avena por hectárea y tonelada es de 27,5 kg de N, 12,5 kg de P2O5 y 30 kg de K2O. Para una producción de 2.000 kg/ha las necesidades nutricionales del cultivo son: 70 uf/Ha de N, 30 uf/Ha de P2O5 y 60 uf/Ha de K2O.

En el caso de la avena para producción de grano, el exceso de nitrógeno alarga el ciclo vegetativo de la planta, lo cual no es conveniente, pues se corre el riesgo de asurado del grano.

Valor agronómico de la avena

La avena es una opción muy interesante a la hora de introducir nuevos cultivos en nuestra rotación, aportando numerosas propiedades beneficiosas al suelo:

  • Responde bien a la sequía.
  • Mejora el aporte de nutrientes en el suelo gracias a la degradación de la biomasa aérea y radicular, por lo que sus exigencias nutricionales son menores.
  • Protege la superficie de la erosión hídrica generada por escurrimientos superficiales de las lluvias.
  • Favorece la infiltración de agua.
  • Mejora el balance de carbono (C) en el suelo.

Valor culinario de la avena.

La avena tiene propiedades específicas que lo convierten en un cereal ideal para nuestra salud siendo el que mayor cantidad de proteínas aporta, sobretodo globulina, una de las proteínas que contiene la carne.

La avena en copos conserva sus propiedades de una forma más completa que el resto de los cereales debido a que consumimos el grano íntegro. Los beneficios de incluirla en nuestra dieta son:

  • Mejora el tránsito intestinal, evita el estreñimiento y disminuye el dolor abdominal, ofreciendo sensación de saciedad por su alto contenido en fibra.
  • Estabiliza los niveles de azúcar mejorando el control de glucosa a personas con diabetes.
  • Ofrece energía y ayuda a la producción y desarrollo de tejido nuevo en el organismo debido a que es el cereal que más proteínas contiene.
  • Es antioxidante y ayuda al desarrollo del sistema nervioso central gracias a su aporte de vitaminas E, B1 y B6.
  • Alto contenido en minerales: hierro, zinc, magnesio, fósforo y potasio.
  • Previene el hipotiroidismo gracias a su contenido en yodo.
  • Evita la desmineralización ósea por sus elevados niveles de calcio.
  • Aporta menos hidratos de carbono que otros cereales y mayor cantidad de grasas saludables.
  • Disminuye el “colesterol malo” y la resistencia a la insulina por su contenido en grasas insaturadas y aminoácidos esenciales.
  • Reduce la obstrucción de las arterias y ayuda a controlar la presión arterial aumentando la producción de óxido nítrico.
  • Ayuda a prevenir el cáncer gracias a sus sustancias de origen vegetal.

Conclusión

Cuando trabajamos la avena para la producción de copos, disponemos de un grano de alto valor biológico, con aminoácidos esenciales y fibra y con un alto contenido de proteínas, que resulta beneficioso para la alimentación tanto animal como humana.

Además, posee una gran adaptabilidad a la región y en siembras destinadas solo para la producción de grano, con las nuevas variedades y en ambientes favorables, es posible alcanzar rendimientos increíbles.


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