Cuando en agricultura hablamos de resistencias es cuando mayor importancia cobra la profesionalidad de un técnico y también cuando el agricultor tiene que cambiar la forma de gestionar la explotación y su manera de manejar los herbicidas.

Cada vez es mayor el número de especies de malas hierbas que empiezan a mostrar resistencias frente a la acción de determinados herbicidas. Normalmente empiezan en una zona muy determinada, pero poco a poco se van extendiendo por distintas localidades, llegando a crear un grave problema para la rentabilidad de nuestros cultivos. Esto ha pasado con especies como el vallico y la amapola, pero también empezamos a encontrar resistencias a ciertos herbicidas en salsola kali, a la que llamamos coloquialmente bruja.

Hoy hablaremos del vallico resistente. Su presencia se inició en la provincia de Burgos, pasando después a la zona norte de Palencia y encontrándose ya hoy en amplias zonas de la provincia. Su aparición se debe a un uso continuado del mismo herbicida o de herbicidas de la misma familia cuyo modo de acción es el mismo y que acaban provocando una adaptación de la planta que consigue, de este modo, que ese herbicida no le provoque la muerte. La descendencia de esa planta, es decir, toda la semilla que tenga y caiga al suelo, tendrá ya el gen de la resistencia.

Así, en unos años, ese vallico resistente será el dominante, ya que no lo conseguimos eliminar con los herbicidas que usábamos tradicionalmente.

Otra causa para la aparición de resistencias es la aplicación de los herbicidas a menor dosis de las recomendadas, esto hace que la planta no llegue a morir y desarrolle métodos para resistir al herbicida.

Para combatir este vallico resistente tenemos que actuar desde varios frentes:

• Cambiar las materias activas que aplicamos o, mejor dicho, que el modo de acción de esos herbicidas sea distinto a los que nos han generado la resistencia. En vallico lo tenemos claro y, si en nuestra explotación tenemos resistencias, nos debemos olvidar de los herbicidas de contacto y debemos ir a herbicidas de preemergencia o postemergencia temprana.
• Hacer labores profundas es otra forma de ayudar a acabar con este problema. El vallico tiene una semilla con poca capacidad de germinación: si se la entierra por debajo de diez centímetros no suele germinar. Además, esta semilla solo es viable, como mucho, durante tres años.
• Rotación de cultivo. Todos sabemos que esta práctica nos va a generar muchas ventajas, pero en el control de las malas hierbas es básico. Rotando cultivos que no sean cereal, podemos trabajar con distintas materias activas con distintos modos de acción, que no están autorizadas en cereal. Y, muy importante, rompemos el ciclo vital del vallico, por ejemplo, sembrando girasol.
• Realizar falsas siembras. Esto es preparar el terreno como si se fuera a sembrar después de las primeras lluvias de septiembre, logrando así que germine gran cantidad de semilla de vallico y otras malas hierbas, después se realiza un tratamiento con glifosato o bien una labor para destruir esas plantas emergidas.

Recuerda, lo más importante en estos casos es estar bien asesorado por técnicos expertos, que conocen tu problemática y siempre te van a aconsejar la solución más rentable para ti y tu cultivo.
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